El cangrejo de las pinzas de oro

Argumento

El cangrejo de las pinzas de oro (1941) recupera la aventura exótica, esta vez en el norte de África. En ella, Tintín desbarata los planes de una banda de delincuentes que escondía opio en latas de cangrejo.

Será al filo de este relato cuando Tintín conocerá casualmente al hombre que terminará convirtiéndose en su principal compañero de aventuras: el capitán Haddock.

Un nuevo compañero de aventuras

Siguiendo unas misteriosas latas de cangrejo, Tintín conocerá al que terminará siendo su mejor amigo, el capitán Haddock. Este, en su peor momento, es prisionero de Allan, su segundo, y sobre todo es completamente alcohólico.

Antes de curarse, tendrá tiempo para darnos su mejor serie de improperios: ¡barquilleros!, ¡ectoplasmas!, ¡marineros de agua dulce! y otros muchos, ¡rayos y truenos!

Tal para cual

¡Milú replica!

La historia que estás a punto de leer o de releer arranca con una escena prácticamente muda, al final de la cual Milú recibe una reprimenda de su amo por haber hurgado, como hace a menudo, en un cubo de la basura. Sin embargo, momentos después Tintín no tiene el menor empacho en hacer lo mismo. Por supuesto, Milú no deja escapar la ocasión de pagarle con la misma moneda. ¡Bendito Milú!

Garantía de autenticidad

Del Glenshiel al Karaboudjan

La similitud entre los dos buques de carga es pasmosa. Aunque siempre fiel al «estilo Tintín», el realismo de Hergé en los decorados no es nunca exagerado; «es necesario que cada uno de estos elementos no sea ni demasiado simplificado ni demasiado detallado, que cada uno de ellos esté bien en su sitio y se integre en el conjunto...». (SADOUL, Numa. Conversaciones con Hergé  - Tintín y yo - . Juventud, 1986. Pág. 102).

Le Glengarry de Glasgow

Si quieres saber más, consulta nuestro dossier «Toot: puertos y muelles».

Conmovedor

La señora Haddock

El capitán, a quien vemos por primera vez en El cangrejo de las pinzas de oro, está hecho una ruina. ¡Es un borracho!, «esclavo de su vicio». (SADOUL, Numa. Conversaciones con Hergé  - Tintín y yo - . Juventud, 1986. 102). En un momento dado, el capitán se viene abajo y, entre sollozos, ¡hasta invoca a su mamita! Dicho esto, como no sabemos nada de la señora Haddock, no podemos más que hacer conjeturas en cuanto a ella: como por ejemplo que, con un hijo así, las debe haber pasado canutas...

El país de la sed

¡Quiero beber! No lo soporto más

Tras el accidente del hidroavión del que habían tomado el mando, Tintín y su nuevo compañero, el capitán Haddock, inician su travesía del desierto en busca de un pozo.

El cansancio y el delirio alcohólico provocan en el capitán unas alucinaciones que, sin la ayuda de Milú, podrían resultar fatales para Tintín.

Viejo Borgoña

Cuidado con el sacacorchos

Vencidos por la sed, el calor y el agotamiento, Tintín y el capitán Haddock pierden el conocimiento en pleno desierto.

Tintín tiene entonces una pesadilla espantosa, en la que su compañero en la desgracia lo confunde una vez más con una botella de alcohol. Todo ello está narrado por Hergé en tres imágenes, cuya sutil gradación en el espanto es notable.

Espíritu de síntesis

Una viñeta memorable

Horrorizados al parecer por la sarta de insultos que les lanza el capitán Haddock, los bereberes dejan de disparar, se levantan y huyen. Todo esto ocurre simultáneamente en una única viñeta, donde cada plano es una secuencia de los movimientos descompuestos realizados por los personajes.

Podría tratarse del mismo tipo, en momentos sucesivos, que primero está tumbado, luego se incorpora lentamente, duda un momento y termina huyendo.

«Es, en suma, si quiere, una reducción de espacio y de tiempo». (SADOUL, Numa. Conversaciones con Hergé  - Tintín y yo - . Juventud, 1986. Pág. 102).

En toda su obra, Hergé tenía dos dibujos favoritos: el de los bereberes bajo la andanada de insultos del capitán es uno de ellos

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