El secreto del Unicornio (1943) - página 15
Rebuscando en el desván, el capitán Haddock encuentra el rastro de su ancestro, el caballero de Hadoque. Este legendario lobo de mar se hizo famoso por su encontronazo con el cruel pirata Rackham el Rojo. ¿Un relato marítimo más? ¡En absoluto! Porque el caballero se convierte en el depositario de un tesoro fabuloso. Para Tintín, Haddock y una serie de maleantes se trata de descubrirlo. Pero las pistas y los enigmas se multiplican…
A pesar de la portada del álbum, en la que se ve un navío surcando el mar, El Secreto del Unicornio mantiene los pies en el suelo. Solo la evocación del caballero de Hadoque y de Rackham el Rojo nos traslada a alta mar. Por el contrario, El tesoro de Rackham el Rojo, la segunda parte de la aventura, nos brindará una emocionante trifulca marítima. Pero eso ya es otra historia y un nuevo álbum a examinar detenidamente.
Ya desde las primeras imágenes, no cabe la menor duda: estamos en Bruselas. En concreto, en el Mercado Viejo, cariñosamente rebautizado «Mercado de las Pulgas» por la buena gente de Bruselas.
Y con un guiño derivado de esta apelación: Milú se rasca febrilmente, como para acreditar que se trata de un lugar muy concurrido, entre otros, por la pulicem, ¡un insecto áptero más conocido como «pulga»!
El vendedor del modelo del Unicornio (pág. 3) se expresa de una manera muy bruselense. Cuando se niega a vendérselo a Sakharine, argumenta como excusa: «Ça veut juste réussir, Monsieur!… Je viens de le vendre à ce jeune homme…» (versión en blanco y negro, reeditada por Moulinsart en el 2006 bajo el título Les vrais secrets de la Licorne). En el álbum en color (1943), el distribuidor utiliza un francés más pulido: «Je regrette, Monsieur! Je viens de le vendre à ce jeune homme».
En la segunda versión en color, Hergé se dirige a un público francófono más internacional, razón por la cual el habla dialectal de Bruselas, demasiado local, desaparece. Hergé rendirá un nuevo homenaje a su ciudad natal en las primeras viñetas de Stock de coque, donde Tintín y Haddock recorren l' avenue de la Toison d'Or, famosa avenida de Bruselas.
El Secreto del Unicornio es la primera aventura de Tintín concebida como dos episodios distintos. Esto se hace evidente con la publicación en el folletín diario: un poco más de un mes separa la última tira de El secreto del Unicornio (14 de enero de 1943) de la primera de El tesoro de Rackham el Rojo (19 de febrero de 1943). Otro «folletín en imágenes» (Juck & Jimbo se enteran de la historia a través de J.P. Kime) separa ambas aventuras.
La siguiente aventura, Las 7 bolas de cristal, tiene también una continuación: El templo del sol. Más adelante, Aterrizaje en la Luna (título único, cuando se publicó en la revista Tintín) se dividirá en dos álbumes: Objetivo: la Luna y Aterrizaje en la Luna.
El lector no descubre el aspecto exterior del castillo de Moulinsart hasta el final de El tesoro de Rackham el Rojo. En El Secreto del Unicornio, Hergé sigue apegado a su modelo, el castillo de Cheverny. Y por eso no duda en dar unas proporciones impresionantes a la cripta donde Tintín está encerrado ⎯un lugar demasiado grande para lo que será Moulinsart en su versión definitiva⎯.
El castillo de Moulinsart tiene un doble origen. Arquitectónicamente es el castillo de Cheverny, fundado en el siglo XVI por el secretario del rey Luis XII.
En 1634, el edificio fue profundamente renovado, por encargo del conde de Cheverny. Hergé tenía un folleto turístico de presentación de este castillo del Loir-et-Cher, situado cerca de Blois. De la fachada principal no conservó más que el cuerpo central, eliminando las alas.
El origen del nombre de Moulinsart ha sido objeto de varias hipótesis. Una de ellas vincula este nombre a Alice Devos, la primera colaboradora de Hergé, contratada para la coloración de los álbumes publicados hasta el año 1942, en blanco y negro. Un miembro de su familia acababa de mudarse a Sart-Moulins, en el Brabante valón. No es más que una hipótesis, ¡pero sólida!
La pieza desde la que Tintín telefonea al capitán Haddock está construida a semejanza de la Cámara del Rey y la Sala de la Guardia del castillo de Cheverny. Desde 2001, el mismo castillo exhibe una muestra permanente dedicada a las aventuras de Tintín, titulada: Los secretos de Moulinsart.
Varios buques inspiraron el Unicornio: los especialistas hablaron de la nave Le Brillant, construida en 1690 por el maestro carpintero Salicon; pero el mascarón de proa del Unicornio tiene sus raíces en el de la fragata inglesa The Unicorn, construida en 1745. Otros piensan que fue una foto de velero la que inspiró a Hergé ⎯aparecida en noviembre de 1936 como ilustración de la portada de la revista, publicada por el Departamento de la Marina belga⎯.
Si bien es cierto que El tesoro de Rackham el Rojo introduce a este personaje de peso en el mundo de Tintín, con demasiada frecuencia olvidamos que Néstor hace una aparición memorable en El Secreto del Unicornio.
Si Le Trésor de Rackham le Rouge introduira un personnage de dimension dans l'univers de Tintin, on oublie trop souvent que Nestor fait une apparition mémorable dans Le Secret de la Licorne.
Descubrimos de inmediato su rasgo principal: la fidelidad. Fuera de lugar con respecto a los hermanos Pájaro, esta lealtad se demostrará absoluta con el capitán Haddock. Y por una razón de peso: ¡es él quien defiende la causa de Néstor ante los Fernández, representantes meticulosos de la justicia, para obtener su liberación (pág. 55)!
El secreto del Unicornio contiene algunos personajes efímeros, pero no menos importantes y típicos de la imaginación de Hergé. Los hermanos Pájaro (gemelos de verdad, a diferencia de Hernández y Fernández, que son sosias). Tras su detención, parece que van a pudrirse eternamente en la cárcel... Estos anticuarios dudosos permiten sin embargo vislumbrar a los ladrones de obras de arte en Tintín y el Arte-Alfa, el álbum inacabado.
Ivan Sakharine ilustra la galería de personajes que creíamos importantes, pero que desaparecen... siguiendo una pista equivocada. Nos enteramos de que ha salido de viaje (pág. 58)... del que nunca volverá.
Su nombre es evocador para las poblaciones en guerra: la sacarina había sustituido en gran medida al azúcar, escaso y carísimo. Celestino Panza, un reflejo de la época: en 1942, los carteristas arreciaban. ¡La cortesía de Panza contrasta con la brutalidad de algunos rateros!
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