El capitán Haddock - Objetivo: la Luna (1954)
Haddock es, sin duda alguna, el personaje más entrañable de Las Aventuras de Tintín. Su temperamento levantisco, sus diatribas, sus debilidades, su actitud a veces torpe, a veces valiente, convierten a este personaje en un «verdadero corazón que late»; hasta diremos más: en una palpitación del alma.
Haddock, Archibaldo para los íntimos. Después de Milú, sin lugar a dudas el mejor amigo de Tintín. «Haddock» es una palabra francesa de origen inglés y significa «abadejo ahumado». Y no debe confundirse con Bardock, Kapstock, Karbock... ejem... Harrock.
Su primer e histórico encuentro con Tintín se produce el 9 de enero de 1941, en la página 4 del suplemento Le Soir Jeunesse. No olvidemos que un personaje de ficción no tiene edad... Aunque ¿acaso no buscamos, en vano, la del capitán?
De la misma forma que Tintín es el arquetipo del reportero, Haddock lo es del marino. Nuestro hombre es incluso capitán de la marina mercante. A pesar de que en sus comienzos nos hace pensar más bien en un barco hundido...
Más tarde, el capitán Haddock se convierte en un rentista y se muda al castillo de sus antepasados. Pero aun revestido de una nobleza de pacotilla, nunca dejará de ser el viejo lobo de mar al que todos queremos. En resumen, oficial y caballero...
De ella solo conocemos a dos miembros. ¡Pero importantes! No solo a su madre, que Haddock menciona en su encuentro con Tintín, sino también a un abuelo, y qué abuelo...
Este antepasado no era otro que el flamante caballero Francisco de Hadoque, oficial de marina al servicio del Rey Sol (Luis XIV). La semejanza entre ambos capitanes es pasmosa.
Contrariamente a su aspecto, muy convencional, (gorra, barba, pipa, jersey azul), sus invectivas son algo fuera de lo común. Con el tiempo, las imprecaciones del capitán se han hecho legendarias.
«Pero hasta sus rabietas aderezadas de insultos lanzados a la cara de todos los malvados del mundo no tienen más que la apariencia de la grosería; de hecho, no son más que falsos reniegos extraídos de todos los registros léxicos».
No cabe duda de que estamos ante un héroe dispuesto a sacrificarse para salvar la vida de su joven amigo. El hombre es valiente, pero igual de torpe que los Fernández; y compite con los famosos falsos gemelos en el terreno de los desastres y los accidentes de todo tipo.
Encontramos de nuevo a toda la alegre familia de Tintín, por supuesto, pero no olvidemos a «ese viejo Chester», con el que ha navegado durante más de veinte años y con quien realiza un increíble rito de iniciados.
Aunque nuestro oso tiene la lágrima fácil (sobre todo tras unos tragos de Loch Lomond), ¡las aventuras sentimentales no son lo suyo! ¿Un viejo lobo de mar como Haddock casándose con el Ruiseñor Milanés? Solo a París Flash se le podría ocurrir semejante majadería. ¡Rayos y truenos!
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